La playa estaba inundada de sol, de turistas. No había donde poner los pies; la arena ardía. Era preciso andar a saltos. Dos hombres la observaban divertidos desde el agua. Ella notó su presencia. Las miradas de ella y del más joven se cruzaron. Entre los dos se inició un intercambio de vibraciones, tan intensas que el mayor se retiró. El cuerpo de la mujer se ablandó, mientras él se acercaba hasta casi rozarla. Ella se mordió el labio y dijo: “Hola”.

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